Así es, el verano fue promesa, ahora asoma el otoño que invariablemente traerá al invierno y pronto estaremos escondidos entre frazadas.
Tengo una suerte de orgullo por amar y preferir el verano. El verano coincide con la interrupción del calendario escolar y laboral. El verano coincide con el pasaje de un año al otro. Suele suceder que el año comience y haga calor. Las cosas que nos suceden en ese tiempo parecen más livianas porque no tienen el peso de ocurrir, pongamos, en Julio, Agosto, que es cuando el año ya -no promesa- es. "Esto es en serio", "Esta es la marca que definirá tu año", pareciese que una voz en una noche de frío nos dijera a oscuras, en silencio.
Por ejemplo, si te separaste en verano, es muy probable que tal evento, por suceder en Enero, Febrero, venga acompañado de grandes expectativas, de un aire renovado -para qué tantos sinónimos-, de esperanza. Esperanza e ilusiones de estar felizmente solos otra vez o felizmente con ganas de conocer gente. Lo que sea, pienso que el calor y una separación, cuando van juntos, no pueden ser deprimentes. En cambio, si esto sucediera en invierno, en pleno día a oscuras que comienza a las 6 de la mañana, con mucho frío y pocas ganas de salir de casa, imaginen con qué ganas se puede encarar la soledad o la intención de conocer gente.
El verano es, a su vez, el sol. Si hacemos una analogía con los astros, claramente -valga esa redundancia- el verano está gobernado por el Rey Sol. El sol es el eje de los astros, lo sabemos. El sol está asociado al fuego. El fuego gobierna a Aries que está regido por Marte, el planeta asociado al dios de la guerra en la mitología greco-romana. Eso, el verano es ligereza y guerra a la vez. Aventura. Energía. Valen las fiestas hasta tarde. ¿Por qué? Porque hace calor, es obvio. Valen los amantes sin demasiada pena, ¿por qué? Porque no hay nada mejor que hacer. Vale reírse de todo porque total no es en serio. No.
Nadie te pide rendiciones en verano, por ejemplo, las administradoras de edificios no hacen las rendiciones en Enero, ni en Febrero, ni en Marzo. Las deudas no se pagan en verano. Nadie se ofende si no vas a tal evento, compromiso, etc. "Estoy de vacaciones". El mail laboral responde automaticamente "Estaré fuera de la oficina". Y así. No hay reproches. No hay reproches y hay esperanzas porque todo está por comenzar.
En cambio, el invierno es otra cosa. Los mismas situaciones del verano en invierno toman otra intensidad. No es gracioso tener deudas en invierno. Las reuniones de cualquier índole a las 7 de la tarde cuando ya está oscuro son deprimentes. Las expensas para ese entonces habrán aumentado 10000000 por ciento. Ni hablar de la soledad. La soledad con frío es otra cosa. En verano te despatarrás porque, claro, hace calor, pero en invierno te hacés un ovillito para mantener mejor el calor. La ausencia de otro se hace más evidente con el ovillito, no así con el despatarraje veraniego. Las fiestas está de más decir que duran menos, o duran poco, porque al rato tenemos frío y estamos aburridísimos de la misma sarasa de siempre y entonces llamamos al radiotaxi y nos fugamos a nuestra amada soledad que nos deparará nuevamente la posición ovillito.
Ya cerca de Julio, mes 7 del año, diremos: "Se termina el año". ¿Cómo puede ser, si recién había comenzado? ¿Cómo puede ser si todavía no usé la malla que me compré en Febrero? Para Agosto es probable que estemos un poco desilusionados, hartos, fastidiados de la -como decía- sarasa de siempre. La soledad es una gran mierda y seguir conociendo nabos es más deprimente aún. Se da así comienzo a una serie de preguntas: "Dios mío, ¿qué hice mal?, ¿para qué me separé?, ¿porque tengo tantas deudas?, ¿el administrador es un forro de cuarta o soy yo que no sé expresarme?, ¿a quién mierda le importa lo que piense el administrador?, ¿da salir a caminar con este frío?". Y luego de esta sesión de latigazos autoinfligidos uno no tiene más que tirarse en la cama, esconderse entre frazadas y hacerse ovillito autodefensivo.
¿Qué nos queda, entonces, para el invierno? Sólo esperar, desear, que llegue la primavera rápido así vuelve el verano y, una vez que llega, pedir que se desarrolle con la lentitud del invierno.