¿Cómo llega un libro a mis manos? El señor obra de maneras misteriosas.
Está el que llega de la mano de un ex novio gay que en la ruptura decide regalarme "De profundis" de Oscar Wilde. Está el de Dolina que me regalaron mis ex compañeritas del colegio, con un gesto que pareciera confirmar que no me conocen. Está el que espiaba de mamá psicóloga "Las técnicas de la terapia sexual en la pareja" plagado de ejercicios e ilustraciones de posiciones sexuales. Está el del ex novio nerd, "Neuromante" de Gibson. Está el del otro ex novio editor que me envía las últimas novedades publicadas como "El kamasutra oral II". Y están los que caen en mis manos por azar, como "Hablando con el ángel", revolviendo la mesa de una librería. Abro una página sin pensarlo, leo y corro a la caja para que sea mío.
"¿Dónde estaba yo cuando mataron a Kennedy?
Entre las piernas de mi madre, naciendo.
Eso a Georgia le parecía genial.
Es el verano de 1978. Los dos tenemos catorce años.
Vamos al mismo colegio, a la misma clase.
Ella me detesta. Porque sí.
Lleva puestas tres cosas: un vestido de algodón, de cuello redondo, que le llega debajo de las rodillas, y unos zapatos negros con cordones.
Dice que la ropa interior es para hippies.
Tiene tres vestidos: uno negro, uno rosa y uno blanco.
Cada mes se tiñe el pelo de uno de esos colores.
También tiene cordones para los zapatos de colores diferentes.
Cuando más me gusta es cuando lleva el pelo blanco, el vestido negro y los cordones rosa.
Como el último día de clase."
(Peter Shelley, de Patrick Marber)
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(Hablando con el ángel. Doce relatos inéditos de los mejores narradores anglosajones. Selección de Nick Hornby. Narrativa Salamandra, 2002)
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