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Por uno de esos azares de la vida, quien sabe, estoy trabajando para una editorial en Rusia desde hace unos días. Le conté a mi padre, y quiso escuchar todos los detalles. Si era Moscú, como se llaman las editoras, si son simpáticas. Primero le dije Ekaterina. Luego le hablé de Anastasia. Me hice la tonta, para disimular el momento. Los ojos se le llenaban de lágrimas y la mirada se le volvía infinita como si desde la mesa del bar a lo lejos alcanzara a ver alguna calle de Rusia y a su padre caminando. Vos pensá, me dice, que diría tu abuelo, quien lo hubiese pensado, que un día se subió a un barco, llegó a Argentina, y 80 años más tarde una nieta trabaja con rusos.
La misma sensación infinita, pensé, como cuando camino por Once, y unas lágrimas se me escapan, imaginado a mi abuelo cosiendo los trajes de sastre, sentado en un banquito forrado de tela.
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jueves, 31 de enero de 2008
la lluvia y nosotros
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Pensaste que eran unas gotitas de los aire acondicionados, de algún balcón, algún orificio o cable o manguerita colgando de un techo. De a poco y de golpe estaba lloviendo. Diluviaba. Yo gritaba y hundía los pies en los pequeños océanos que se juntaban al costado de la vereda, vos decías que había que correr, que la velocidad nos evitaría tanta agua. Ibas al frente, yo te seguía. Después eran risas y gritos y lluvia sin parar. Nos metimos en casa, como en un refugio sin goteras y agujeros. Chorreábamos. No quedó otra que desvestirnos. Colgaste prolijamente el pantalón y la camisa en el baño, yo hice un bollito de pollera y musculosa. Luego la almohada, y vos te dormiste en mi pecho abrazado. La frazada escoltaba la noche y nos dimos vuelta tres veces.
A la mañana no llovía, la ropa estaba seca y ninguno de los dos tuvo que vestirse.
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Pensaste que eran unas gotitas de los aire acondicionados, de algún balcón, algún orificio o cable o manguerita colgando de un techo. De a poco y de golpe estaba lloviendo. Diluviaba. Yo gritaba y hundía los pies en los pequeños océanos que se juntaban al costado de la vereda, vos decías que había que correr, que la velocidad nos evitaría tanta agua. Ibas al frente, yo te seguía. Después eran risas y gritos y lluvia sin parar. Nos metimos en casa, como en un refugio sin goteras y agujeros. Chorreábamos. No quedó otra que desvestirnos. Colgaste prolijamente el pantalón y la camisa en el baño, yo hice un bollito de pollera y musculosa. Luego la almohada, y vos te dormiste en mi pecho abrazado. La frazada escoltaba la noche y nos dimos vuelta tres veces.
A la mañana no llovía, la ropa estaba seca y ninguno de los dos tuvo que vestirse.
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lunes, 28 de enero de 2008
mama keeps on
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mensaje uno en el contestador:
...
...
....
(silencio)
-hola flor soy yo, me olvidé de hablar. chau.
mensaje dos en el contestador:
...
-hola flor soy yo. chau.
(para más aventuras de mamá, ver etiqueta "mamá")
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mensaje uno en el contestador:
...
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(silencio)
-hola flor soy yo, me olvidé de hablar. chau.
mensaje dos en el contestador:
...
-hola flor soy yo. chau.
(para más aventuras de mamá, ver etiqueta "mamá")
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miércoles, 23 de enero de 2008
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