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Estamos todos locos
Por Ernesto Tenembaum
El conflicto entre el sector rural y el Gobierno puede ser analizado desde distintos puntos de vista. Como siempre, las perspectivas ideologizadas, maniqueas y moralistas suelen ser más estruendosas y vendedoras que las posiciones moderadas. También, suelen ser las que más daño le hacen al país. A mi entender –que, naturalmente, es discutible– hay dos posiciones extremas que evitan abordar lo que realmente es el tema de discusión. Para una de ellas –expresada por el Gobierno y por sus simpatizantes– se trata de un conflicto entre el campo popular y la oligarquía. Según esta concepción, el Gobierno, en defensa de los intereses de todos los argentinos, impone retenciones al campo, y la oligarquía reacciona con un lockout patronal con tufillo golpista. Algunos de los defensores de esta posición la atenúan, al destacar que el poder político debería atender los reclamos de los pequeños y medianos productores, pero que el eje del problema no es ése, sino el intento desestabilizador que pusieron en marcha los sectores del privilegio para evitar la distribución del ingreso. La posición opuesta sostiene que la voracidad fiscal del Estado oprime al campo, que mantiene al país y es víctima de una actitud autoritaria y rapaz. Por lo tanto, la única alternativa que les queda, para ser escuchados, consiste en desabastecer de alimentos al resto de la sociedad.
Es un clásico argentino. Demasiada gente grita, utiliza conceptos ideológicos, recurre a medidas extremas, patotea, alza las banderas para que pase la farolera, y muy pocos discuten realmente los hechos. Siempre fue así. Hubo bandos desde que comenzó la historia del país. Y palabras grandilocuentes, estruendosas que justificaban las peores locuras y ubicaban en el lugar del traidor a cualquiera que dudara: a izquierda y a derecha, siempre fue así. En este caso, quizás haya una lectura intermedia que permita percibir otros elementos. A mi entender, lo que ha ocurrido en la Argentina en los últimos quince días refleja la existencia de un serio problema de relaciones sociales que afecta a todas las partes y que las referencias ideológicas sólo contribuyen a disfrazar.
El Gobierno anuncia hace quince días la imposición de nuevas retenciones al sector rural, que se suman a las que ya existían. Esa medida, ahora se sabe, no representa demasiado –al menos en sí misma– ni para distribuir el ingreso, ni para nada. Es una medida de efecto marginal. Con toda la furia, permitiría recaudar aproximadamente 1500 millones de dólares. Para el Estado, eso es poco. Tan poco que representa apenas la tercera parte del tren bala, o la mitad de los fondos extras destinados para esa extravagancia, ya que esta misma semana el Gobierno anunció que deberá invertir 4000 millones y no los 1200 anunciados originalmente. Es decir que el Gobierno tenía margen para tomar la medida o para no tomarla.
No era de vida o muerte.
Podía darse un tiempo para agotar los esfuerzos para que tuviera consenso al menos en los sectores más débiles.
No hizo ni una cosa ni la otra: no contempló a los más vulnerables ni tampoco apeló a la política para tener una mínima red de consenso. Y no había incendio que justificara la urgencia.
Tanto es así que la argumentación oficial posterior al conflicto confirma esos elementos. Sostener que al campo le ha ido bien en estos años es una obviedad. Agregar que las retenciones son una medida justa, en fin, hasta Mario Blejer lo defiende. Insistir en que es necesario distribuir el ingreso es correcto. Recordar que la oligarquía rural siempre conspiró contra los gobiernos populares ya lo enseña Felipe Pigna en sus libros. Recitar que en el campo usan cuatro por cuatro es una pavada. Pero son todos artilugios, picardías, chicanas, para evitar el fondo de la cuestión.
Las preguntas clave sobre la manera en que se aplicaron las retenciones móviles son otras: ¿sabe el Gobierno cuál es el ingreso promedio de los productores de cincuenta o cien hectáreas, diferenciados por tipo de cultivo y región del país? ¿Sabe cuántos son? ¿Realmente ellos “la levantan en pala” o, en cambio, aunque les va mejor que hace unos años, están al límite, ganan menos, por ejemplo, que un jefe de Gabinete o un ministro o un periodista o un camionero? ¿Sabe cómo serían afectados por la ampliación de las retenciones? Esas preguntas no fueron respondidas en ningún discurso presidencial, por ningún reportaje de los concedidos por ministros, en ningún paper de los distribuidos por Economía. Esto es: o no lo saben –lo que era un requisito previo para tomar las medidas– o lo ocultan porque es un dato que no conviene difundir. Y es muy importante por varias razones: este paro no tendría ninguna legitimidad sin el aporte de los pequeños productores, ellos son los más duros en el conflicto; y, además, si se aplica un impuesto a un sector débil se lo pone ante la disyuntiva de entregar su propiedad a sectores más concentrados. Eso ha pasado muchas veces cuando la ideología va despegada de cierta solvencia técnica: se la justifica por izquierda pero suele tener efectos por derecha.
Hasta aquí, por lo menos en mi opinión, el Gobierno no ha conseguido explicar cuál era la urgencia de la medida, por qué no se intentó consensuarla, ni cuáles eran sus efectos sobre los sectores más débiles de la economía rural. Revistió el conflicto de recursos ideológicos muy eficientes en la sociedad argentina, que siempre tiene gente tan dispuesta a alzar las banderas, para que pase la farolera, mantatirulirulá.
Pero no explicó lo central.
La ampliación de las retenciones desató un nivel de irracionalidad sin precedentes. La decisión de los piquetes rurales de desabastecer el país, como primera medida de fuerza, tiene una magnitud difícil de encontrar en la historia democrática argentina. Es extraño que entre los ruralistas no haya aparecido al menos una voz sensata que advirtiera sobre la obscenidad de dejar pudrir alimentos en las rutas. Por donde se lo mire, es una canallada. Es mentira que la culpa de semejante barbaridad sea del Gobierno. Cualquier dirigente sabe que entre todo y nada hay un camino intermedio para recorrer. La decisión de cortar los caminos durante quince días parece más bien un intento revolucionario que una resistencia a una medida impositiva sectorial. Faltaban Pancho Villa o los coroneles franquistas y estábamos todos. La simpatía que semejante disparate generó en sectores diversos de la sociedad –los medios conservadores, sectores urbanos profesionales, entre otros– refleja, en todo caso, que la desmesura, el autoritarismo, el doble discurso, no afectan sólo al Gobierno.
Es decir: a partir de una medida difícil de justificar –por sus maneras y por la extensión de los afectados y por la ignorancia oficial sobre sus consecuencias en los eslabones más débiles–, se produce una respuesta de dimensiones aún más escandalosas que la medida en sí, con un agravante: la reacción podría haber causado muertes. El corte de los caminos por parte de los productores rurales debería marcar un ejemplo sobre lo que no debe hacerse en un país democrático. Podrá ser cierto que los pequeños y medianos productores no están en una situación holgada, pero tampoco son los más desesperados de la sociedad argentina. Y ellos, los que peor la pasan, jamás han respondido de manera extrema ante su sufrimiento.
Para colmo, del lado del Gobierno, ante la contundencia de la protesta, les enviaron a los camioneros de Pablo Moyano para amenazarlos, mientras los funcionarios respondían al “campo” –así, en términos generales, sin diferenciación– con insultos y provocaciones. Sobre llovido, mojado: a la medida original discutible, le siguió el intento de desabastecer al país y después el envío de patotas para desarticularlo. Luego, el discurso presidencial que abroqueló a todos los sectores rurales involucrados en contra y la reacción de cacerolas y manifestantes en todo el país para repudiar al Gobierno, pintadas a favor de Videla incluidas. Por si fuera poco, los Kirchner envían a Luis D’Elía a pegarles a los manifestantes disidentes. Todo esto, mientras en las rutas había situaciones delicadísimas: un enfermo cardíaco murió en Córdoba por los piquetes.
Es decir que durante quince días, a partir de una medida muy discutible tomada por el Gobierno –y, además, de no demasiada magnitud cuantitativa–, los argentinos estuvimos a punto –realmente, a punto– de agarrarnos a tiros.
Ese es el elemento central de esta semana.
A mi entender, el Gobierno tiene más responsabilidad que los ruralistas en todo lo sucedido, simplemente, porque un Gobierno es más responsable que los demás respecto del clima que crea en un país. Los funcionarios deberían medir la reacción que podría provocar una medida o un discurso. Pero, al mismo tiempo, es indignante percibir la magnitud de la respuesta y la condescendencia de los medios conservadores respecto de los piquetes más salvajes que tuvo la historia argentina reciente. Los Kirchner tienen una extraña vocación por la violencia callejera cuerpo a cuerpo. El envío de D’Elía a golpear disidentes –y su jerarquización en el palco oficial de Parque Norte– recuerda los cadenazos que recibieron otros caceroleros por parte de una patota oficial en Río Gallegos en diciembre del 2001, o el increíble aval oficial que recibió Daniel Varizat luego de arrollar con su cuatro por cuatro (no sólo las tienen los productores rurales) a una docente, o las patoteadas en el Hospital Francés. La derecha tiene una notable vocación por la violencia cuando justifica, defiende y promociona los piquetes que desabastecen a un país. Hay pocos inocentes en esta historia que, vale la insistencia, en cualquier momento, por un motivo u otro, provocará muertes que nunca son las de familiares de los dirigentes, de un lado u otro del espectro.
Con todo respeto, sin ánimo de ofender, es una historia demasiado triste y, por momentos, parece que están todos locos. La Argentina tiene una oportunidad única en estos tiempos: no hay amenaza militar, no hay amenaza de crisis económica. No ocurrió eso en un siglo. Hay plata y tiempo para reformar la educación, la salud, la ciencia, la infraestructura del país y cambiar la historia. Estaría bueno que, en el medio, no nos agarráramos a tiros por una medida fiscal de relativa importancia. Y que no revistamos de ideología, dignidad o lucha de clases lo que, simplemente, parece el reino de la estupidez, la ambición (de dinero, de poder), la exageración y la paranoia. Por momentos parece que el gran enemigo para el crecimiento de este país es la locura, que a ambos lados del espectro político se disfraza con conceptos ideológicos poco apropiados para lo módico que fue el disparador del conflicto.
Por supuesto, es más sencillo ubicarse de un lado o del otro. Calificar de traidor a todo el que duda o marca las incoherencias en ambas partes y alzar la bandera para que pase la farolera. En este país siempre hemos sido muy coherentes, siempre hemos tenido razón, siempre justificamos nuestra actitud en las barbaridades de los otros.
Y nos ha ido realmente muy bien.
¿O no fue así?
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16 comentarios:
Hola? El desabastecimiento resulta del demasiado tiempo q el gobierno NO quiso dialogar
asi son las huelgas
si no, no funcionarían
es un derecho
y el gobierno tiene el deber de tratar de resolver y no echar retorica incendiaria, incitando al odio, es una verguenza
esta manga de soberbios incompetentes ni se si califica de gobierno
alguien le debería explicar a la Lady Cri que la campaña electoral ya fue
y la guerra sucia tmb
hola???? Siglo XXI, mega problemas para resolver, el resto del mundo avanza, alguien tiene un minimo puto plan para este país?
No me preguntes como, pero anoche tuve un sueño erótico con vos...
y, sí, la red esta llena de enfermitos.
El corte de rutas para no dejar pasar camiones de alimentos no es una "huelga" y es la misma medida que precedió el golpe del 76. Agradecé, grilontape, que no tuviste que padecer en Argentina, como nostros, todo lo que vino después. Y pensar que ese pasado "ya fue" demuestra una ignorancia importante de la sociedad argentina.
Epa, Fersebal! Te lo pregunto yo: "cómo"?
Es huelga xq es la unica manera que tienen para manifestar su rechazo a las medidas del gobierno. Los estibadores en huelga paran buques, los obreros paran fabricas, los maestros paran las escuelas, el campo para el fluyo de productos.
Es absolutamente vergonzoso que una mandataria siga con cada discurso insultando a un sector, acusandolo de codicia de millonarios
(a ver.....y el patrimonio privado K que triplicó durante su gestión, acaso no numera en los millones???)
Hipocresia + incompetencia. Si por lo menos tuvieron alguna politica seria mientras se llenan los bolsillos.
El tren bala, por favor.....es que no les conviene reconstruir una red nacional de ferrocariles xq le restaría poder a Moyano, ese otro patota que cuando corta rutas, todo bien.
Tema dictadura: que sigan metiendo a los represores en cana - y no solo los militares, los de la triple A tmb. Pero seguir sacando el tema cuando les conviene a ellos, en situaciones que nada que ver, es un insulto mas a los desaparecidos, a los trabajadores rurales que los votaron, y una prueba de miopia fatal.
Girlontape no podés estar más equivocada. Una cosa sería que los productores no produjeran ni comercializaran sus propios productos; lo que hacen los piqueteros rurales dese hace 20 días es impedir que pasen los camiones y transportes de todos, no solamente los suyos. Es una medida salvaje y anti-democrática.
Estoy con Girl on tape.
Salvaje y antidemocratico es D'Elia con camisa negra pegandole a la gente.
fersebal, JAJAJA, me hiciste reír. espero haberme lucido...
con respecto a la cuestión... por ahora vengo leyendo e informándome lo más que puedo, con las limitaciones de no tener toda o mucha información real en números concretos, y hasta ahora el mejor artículo que encontré fue este que pegué. en el blog de link (que también pegó este y otros artículos) hay algunos comentarios atacando la posición de tenembaum, tildándolo de ingenuo o poco jugado. a mí, por ejemplo, eso, también me parece preocupante. es decir, que si no apoyás al gobierno o al campo rápidamente, conclusión sos un cobarde. a mí me asombra como de un lado y del otro todos se tragan las críticas y problemas que acarrea cada posición, y me deprime que todo sea tan bipolar. y me angustia que la gente pueda posicionarse tan rápido y con tanta contundencia y fanatismo por cualquiera de los dos "bandos". yo no viví acá mi infancia y creo que gracias a eso tengo un desapego en el buen sentido por el fanatismo. siempre me llamó la atención de este país como cualquier cuestión a discutir y dialogar termina dirimiéndose en términos de river-boca. en la literatura, planetarios vs babélicos, generaciones anteriores vs joven guardia, blogs vs antiblogs, etc etc etc. lo mismo en política, ciudadanía, ideología, etc. pareciera que la única manera de existir es estando de un lado o del otro, y mientras antes mejor. yo no soy peronista, ni me gusta cristina, y tengo miles de razones para que no me guste. sin embargo, en algunas cosas a veces estoy de acuerdo, a pesar de lo cuestionable de su accionar. el martes pasado no fui ni me uní a ese cacerolazo, y me sorprendí al ver en mi barrio, a unas cuadras, barrio norte, oficinistas y profesionales que tienen casi cero información como la mayoría sobre el campo pegándole a las cacerolas. me asombró con la rapidez que salieron a la calle a protestar. también me irritó o me pareció muy muy muy triste que en un país donde el hambre existe y mucho, alguien o muchos se puedan dar el lujo, sea por la razón que sea, de dejar pudrir comida, leche, carne... muy obsceno, patético. mis abuelos, los que tenían fábrica (que desapareció con el menemismo) y un buen pasar, y mis otros abuelos, los que vinieron pobres desde europa, me enseñaron que la comida no se tira. eso no se lo tendría que olvidar nadie. soy de las que, con muchas contradicciones, obvio, piensa que el fin no justifica los medios. y punto. por otro lado, el gobierno me genera muchas preguntas. por ejemplo: ¿por qué no contempló antes de lanzar la medida a la pequeños y medianos productores? ¿no les importaba? ¿están mal asesorados? ¿son unos inútiles?. y más, ¿por qué en el primer discurso que desató el cacerolazo, cristina eligió ir al choque? ¿por qué prefiere ese tono que tanto desagrada (por ejemplo a mí, que no soy una oligarca ni una gorila)?, ¿por qué no eligió presentar la medida en otro tono, con más explicaciones y argumentos? ¿por qué pone a un tipo como d’elía a su espalda, cual guardaespaldas en los discursos? estoy de acuerdo con el artículo que es responsabilidad del gobierno el clima político que se genere.
así como no fui a cacerolear tampoco fui ayer al acto de plaza de mayo. vengo escuchando todos los discursos de la presidenta. la vedad es que me extraña que una persona con tanto gusto por la oratoria le lleve tanto trabajo incluir en su vocabulario palabras como “pido”, “gracias”, “por favor”, “humildemente”. me parece penoso que cada vez que tiene un problema apele a la condición de género, como si fuese una heroína, cuando la verdad, nada indica que los problemas que tiene ella en particular y el gobierno en general tengan que ver con el ser mujer. me parece exagerado y manipulador aludir a un golpe, cuando no hay clima ni apoyo ni contexto para que eso suceda, el mundo cambió, el mundo es otro, la presidente debería vivir en el presente. ¿por qué apelar a la retórica peronista del pasado que también causó mucho daño en este país? me desagrada que use su política de derechos humanos para lo que venga, pero a su vez, con todos los defectos que tiene, prefiero que los derechos humanos sean parte de la preocupación de un gobierno. ahora bien, en mi opinión, así y todo, y aunque no me gusta nada cristina, esto por ahora es lo mejor que podemos tener. porque... ¿cuál es la otra opción, sino? al menos en este contexto, yo no veo otra figura posible que pueda estar ahí. es fácil criticar a los gobiernos, y hay que hacerlo, son tan imperfectos en latinoamérica, que cualquiera puede justificar en poco tiempo por qué son tan malos. pero después de todo eso, ¿que hay como propuesta y opción? ojalá surjan otras figuras, otros partidos, otras ideas, así en la próximas elecciones hay verdaderas opciones posibles. mientras tanto, me encantaría que cristina termine su gobierno de la mejor manera. aunque no me guste de verdad este gobierno, prefiero la democracia y lo posible, por más defectuoso que sea, y democracia también es tener de presidente alguien que no te gusta ni estás de acuerdo en muchos aspectos. y por último, creo que esto también esta teniendo algunas consecuencias positivas. no es muy común que un gobierno en latinoamérica tenga que salir a explicar y argumentar sus medidas y a corregirlas. ojalá esto le sirva a la presidenta a bajar los humos y la soberbia.
tommy, ese pasado, como vos decís NO fue. hace muy poco que pasó y todavía somos incapaces (o vamos lento) de elaborarlo, de castigar a los culpables, de resarcir a los afectados, de escribir e investigar y publicar todo lo que pasó en ese pasado. esta perfecto que se prenda la luz roja de nuestra memoria cuando se ven algunas situaciones en la actualidad similares a ese pasado. pero también agitar fantasmas del pasado, sin hacer un análisis serio tomando en cuenta todo el contexto en que ocurre esto en esta actualidad me parece un poco manipulador.
Es adorable tu mesura y tu sentido comun. No abunda. Imagino que seras joven. Con el paso del tiempo los humanos (no solo los argentinos) van acumulando experiencias que los marcan y eso determina o condiciona muchas de sus acciones. Es dificil olvidar el dolor y se toma partido muchas veces a partir de ese recuerdo. Muchos de los que hoy cortan las rutas, llevaran en su ADN el hambre o el miedo de sus ancestros y muchos de los que los odian, el de sus padres, sus abuelos o el propio. Por eso es tan dificil. Y por eso es tan dificil gobernar tantas voluntades. El tema es que mientras esto ocurre es necesario tomar partido, porque abstenerse es una forma tambien de tomarlo, y en eso momento lo mas aconsejable es elegir el mal menor. Un gusto.
Grazie SYP me gusto el texto "estamos todos locos"
Tal titulo explica el encontrar a un dandy como Barban diciendo a la raggazza di copertina: "no podes estar mas equivoda"....aia...
La Tana
Quedate tranquila, estuviste bárbara. Flor de trio armamos! (si si, fue un trio..)
Que pasó aquí y por qué ésto produce asco?. 1- El 2º período K comenzó en piloto automático. Subió las retenciones sin estudiar el problema. Improvisación. 2º - El diagnóstico político sobre la protesta - a partir del 11 de marzo- profundiza la improvisación. Nadie puede creer seriamente que "el campo" se quiere cargar un gobierno democrático. 3º- El problema central -que el gobierno aún no ve-es convertir la renta agraria (y la de otros sectores) en la fuente de financiamiento del nuevo desarrollo industrial (o, lo que es lo mismo, abaratar el costo del financimiento productivo para promover inversiones internas). Para hacer ésto -que es posible- se necesita: a) humildad intelectual; b) diálogo de Estado; c) No creer en fantasmas; d) estudio y consenso. Tenemos una oportunidad inédita para encarar un nuevo circulo virtuoso de la economía. Por qué da asco? Como no va a dar asco si vemos que se necesitan más empleos, mejores salarios, menos inflación y se van destinar 4500 millones de dólares para un tren innecesario?
wow, este tema divide más que el aborto
Todo tiene un final
Todo termina.
Eclesiastés.
Volví después de todo este tiempo. Hay sueños estupendos llenos de chanchos.
hola p. de psicópata, ¿quién serás?
cariños
lic herrera bienvenido!
sí, lo del tren es inexplicable... y más en este contexto... espero que recapaciten.
tana, no creo que barban lo haya dicho agresivamente, es más como una expresión.
por otro lado, es verdad que no es lo mismo parar la actividad que cortar la ruta y dejar se muera alguien y que la comida se pudra. hubiera sido mejor y no menos contundente si era lo que querían, hacer lo primero. haciendo lo del corte y generando ese derroche habla muy mal de ellos.
¿vos sos italiana? ¿o sos arg y te fuista la bella italia?
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