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La verdad es que no sé cómo se escriben esta clase de post. Me refiero a la medida de las cosas; ¿Cuál es la combinación exacta de elegancia, autobombo, genuino ánimo de compartir y difundir información, relatar, etc? Para colmo, justo ahora se me ocurre entrar en crisis existencial/de identidad/de clase/de futuro/de pasado (no así de género). Para colmo, cada vez más, me resulta desagradable usar el "yo" (y escuchar rock: puaj), decir "me", narrar en primera (quizás sean los efectos secundarios de intentar narrar en indirecto libre, quizás sean los efectos de adquirir una nueva conciencia, quizás sean los efectos de la crisis mundial, de la gripe porcina, de las elecciones). Justo ahora, que tengo algo lindo para contar.
El 1º de Mayo de este año, nos dieron los diplomas en el acto celebrado en la Feria del Libro, con motivo del Concurso Minificción Márgenes, organizado por la Fundación El Libro y la Universidad de Salamanca, con patrocinio de la Agencia Española de Cooperación. El jurado estuvo integrado por Ana María Shúa, Raúl Brasca y Francisca Noguerol. Se presentaron 1850 relatos, y se seleccionaron 2 ganadores y 25 menciones.
Entre las menciones, quedó seleccionado un cuento que escribí, llamado "El patio" (que no cuelgo en la web, porque estamos a la espera de la confirmación de la publicación de un libro que compile los textos).
En el acto, hablaron Ana María Shúa, Raúl Brasca, Nelly Espiño de la Fundación El Libro, el Rector de la Universidad de Salamanca y un miembro de la Agencia Española de Cooperación.
Todos se mostraron entusiasmados con la convocatoria y los resultados del concurso, incluídos nosotros, los minificcionistas.
Adoré la forma de hablar de Ana María y su mirada pícara e inteligente. Raúl dijo algo que me pareció muy interesante, algo como que el auge de la microficción en Latinoamérica tiene que ver con la urgencia de decir las cosas de manera contundente e irónica. Hicieron hincapié en este tipo de escritura como género, y con sus palabras, nos alentaron a seguir escribiendo.
Otro gran acierto del evento, fue la lectura pública de los textos (la ventaja de hacer microficción), dos reconocidas lectoras (lamento no recordar sus nombres, pero googlearé y corregiré), valga la redundancia, leyeron cada uno de los textos seleccionados. Esto nos permitió conocer los textos de todos, y escuchar el propio en la voz de otro. En lo personal, fue emocionante cuando uno de los minificcionistas, se acercó y me dijo sobre mi cuento: "Esa experiencia yo la viví". Entonces, entre la lectura en voz alta y el comentario recibido, caí en la cuenta de que el texto existe. Un texto que narra una situación hecha ficción, ocurrida en otro tiempo y otro espacio, reproducida 20 años después en forma de palabras, resignificada en un contexto público. También fue emocionante ver a amigos y familia festejando conmigo. R me contó que mi padre se emocionó y que entonces él se emociono al ver su emoción, y entonces yo recalé en la situación y me emocioné. Es decir, no sólo los virus se contagian.
Otra cosa que reflexioné fue que ahora puedo decir que vivo en un microambiente, en vez de monoambiente, que me gusta el microcentro, y que a veces es mejor viajar en micro que en tren.
También puedo decir que, a pesar de que me gustan los géneros cortos, la microficción, el cuento y, como máxima extensión, la nouvelle, no he sido breve.
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