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Puede ser bajando la escalera mecánica del subte, en la cola del banco, mientras miro la cara de algún pasajero en el colectivo. Cuando estoy a punto de tocar el timbre, llegando a una esquina, cruzando la calle. Desde que terminé de leer Desayuno en Tiffany's, una emoción irrumpe y me llena los ojos de lágrimas.
Espero el subte, Holly en frente sentada balanceando las piernas. Suena el teléfono, Holly arriba, en la terraza, tomando una copa y sonriendo. Café en el bar, Holly apurada llevando una bolsas. Me digo: "¿Se puede escribir 'Desayuno en Tiffany's' como un cuento?". "Sí, pero perderías a Holly", contesta el abecé.
No quiero perder a Holly
La última línea de la novela, los gatos en la calle, las cajas de mi mudanza. Ordeno los platos, cuelgo los vestidos, Holly se tira en el sillón y se saca los zapatos. No te enamores nunca de algo salvaje, dice, y se duerme.
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jueves, 24 de julio de 2008
Holly
martes, 22 de julio de 2008
martes, 15 de julio de 2008
Nuestros años felices
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¡Qué felices éramos cuando éramos dark! En el Club del vino año 2003, nos sentábamos desdichados a brindar esperando que salga a escena la orquesta, llorábamos en los asientos de la Trastienda por nuestro amor torturado y a escondidas nos besábamos mientras Juan Pablo Fernández cantaba las manos no sirven para arreglar esas cosas que no se ven.
Pequeña Orquesta Reincidentes, que primero se llamó Reincidentes, fue una de las mejores bandas argentinas de rock y la banda de sonido de la mejor historia de mi vida. Fue, porque hace pocos meses recibí un email que anunciaba su separación. De rock, porque en algún momento su formación y sonido así lo eran. A diferencia de lo esperable, la noticia del fin me alivió. Dicen que hay que saber retirarse a tiempo: yo diría que se retiraron unos discos después.
Tarde, Nuestros años felices, Que sois ahora y Pequeña Orquesta Reincidentes (y siendo flexible Mi suerte también) son los mejores discos, quizá los únicos posibles. Rock con tango, tango con dark, dark con Europa del Este, música con palabras, prosa con poesía: una banda que logró un verdadero sonido personal, auténtico, propio. Un cantante escritor, que algunos asocian a Carver y Arlt (recordar que Juan Pablo Fernández es parte del staff de la revista literaria Ricardito), músicos con formación de músicos, treintañeros de traje y corbata. Drama, expresionismo alemán, oscuridad. Para cualquiera que haya tenido el gusto de haberlos visto en escena sobre todo antes del 2005, recordará el talento interpretativo de JPF, un tipo que te contaba un historia desgarrado, sostenido, parado aún sin caer, por la maravillosa música de sus compañeros. Historia urbanas, pero también de pueblo, del que vuelve de Malvinas y nadie lo espera, de parejas que se ahogan con el tiempo, del pasado, de la imposibilidad de fugar al presente, de Buenos Aires en taxi, del vino, de lo que ya no es. La música para los que gustan aspirar de lo que está hecho el ser porteño.
Todo esto hasta el cuarto disco. Después vinieron las dudas, alguna cosa que los confundió, algún espejismo y la orquesta se deshizo en discos repetidos, en jingles kusturizados, en caprichos. Paradójicamente, cuanto más exitosa, en términos de cantidad, de público, se volvía la banda, más aburrida y poco interesante se volvía la música. Una verdadera pena que no hayan apostado por lo que habían conseguido con tanto trabajo y belleza. Quizá sea demasiado dura con el derrotero de la banda, pero se es duro con lo que más se ama.
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¡Qué felices éramos cuando éramos dark! En el Club del vino año 2003, nos sentábamos desdichados a brindar esperando que salga a escena la orquesta, llorábamos en los asientos de la Trastienda por nuestro amor torturado y a escondidas nos besábamos mientras Juan Pablo Fernández cantaba las manos no sirven para arreglar esas cosas que no se ven.
Pequeña Orquesta Reincidentes, que primero se llamó Reincidentes, fue una de las mejores bandas argentinas de rock y la banda de sonido de la mejor historia de mi vida. Fue, porque hace pocos meses recibí un email que anunciaba su separación. De rock, porque en algún momento su formación y sonido así lo eran. A diferencia de lo esperable, la noticia del fin me alivió. Dicen que hay que saber retirarse a tiempo: yo diría que se retiraron unos discos después.
Tarde, Nuestros años felices, Que sois ahora y Pequeña Orquesta Reincidentes (y siendo flexible Mi suerte también) son los mejores discos, quizá los únicos posibles. Rock con tango, tango con dark, dark con Europa del Este, música con palabras, prosa con poesía: una banda que logró un verdadero sonido personal, auténtico, propio. Un cantante escritor, que algunos asocian a Carver y Arlt (recordar que Juan Pablo Fernández es parte del staff de la revista literaria Ricardito), músicos con formación de músicos, treintañeros de traje y corbata. Drama, expresionismo alemán, oscuridad. Para cualquiera que haya tenido el gusto de haberlos visto en escena sobre todo antes del 2005, recordará el talento interpretativo de JPF, un tipo que te contaba un historia desgarrado, sostenido, parado aún sin caer, por la maravillosa música de sus compañeros. Historia urbanas, pero también de pueblo, del que vuelve de Malvinas y nadie lo espera, de parejas que se ahogan con el tiempo, del pasado, de la imposibilidad de fugar al presente, de Buenos Aires en taxi, del vino, de lo que ya no es. La música para los que gustan aspirar de lo que está hecho el ser porteño.
Todo esto hasta el cuarto disco. Después vinieron las dudas, alguna cosa que los confundió, algún espejismo y la orquesta se deshizo en discos repetidos, en jingles kusturizados, en caprichos. Paradójicamente, cuanto más exitosa, en términos de cantidad, de público, se volvía la banda, más aburrida y poco interesante se volvía la música. Una verdadera pena que no hayan apostado por lo que habían conseguido con tanto trabajo y belleza. Quizá sea demasiado dura con el derrotero de la banda, pero se es duro con lo que más se ama.
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martes, 8 de julio de 2008
Una para todas y todas para uno: ¡Napoleón nos lee!
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El lector de blogs y crítico del diario Crítica, Napoleón Zoilo, nos reseña hoy, junto a otras bloggers: Cinco de jovencitas
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El lector de blogs y crítico del diario Crítica, Napoleón Zoilo, nos reseña hoy, junto a otras bloggers: Cinco de jovencitas
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"In the end, Thymiane also becomes a prostitute, but she has profited from her misfortune by becoming more mature and gaining control of her own life."
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"In the end, Thymiane also becomes a prostitute, but she has profited from her misfortune by becoming more mature and gaining control of her own life."
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lunes, 7 de julio de 2008
El mejor taxista del mundo
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-Mire, voy a Avenida Independencia entre Perú y Bolívar.
-Te felicito.
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-Mire, voy a Avenida Independencia entre Perú y Bolívar.
-Te felicito.
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martes, 1 de julio de 2008
Pájaros de noche
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Me compré una libretita roja de anotador. La llevo conmigo todo el día por si acaso. La otra noche, a diferencia de la mayoría de las veces que me digo mejor mañana, y mañana olvidé todo, anoté:
Maia piensa en matar pájaros. Palomas, dice, matemos palomas. Con la banda de la gomera apuntando al cielo, el elástico vencido a punto de estallarle en la cara, la cazadora pronto será humillada por su arma.
En el tiempo que toma pasar el aire de la boca al estómago, la ciudad cambia: ahora es un lugar denso, casi mudo, sólo humo, el aire contenido y una paloma pesada volando a tres metros de su brazo extendido.
Todo de un tirón. Apagué la luz. Di vueltas. Pensé en una fuga, en la llave del gas, si hay pérdida de gas, en gente que muere por el gas. En la almohada, me dijeron que las almohadas tienen ácaros. En el balcón, si entra alguien, si trepa alguien. Pensé en la libreta, en la birome. Si quedó en la cama y se me clava, acostada dormida y me lastima.
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Me compré una libretita roja de anotador. La llevo conmigo todo el día por si acaso. La otra noche, a diferencia de la mayoría de las veces que me digo mejor mañana, y mañana olvidé todo, anoté:
Maia piensa en matar pájaros. Palomas, dice, matemos palomas. Con la banda de la gomera apuntando al cielo, el elástico vencido a punto de estallarle en la cara, la cazadora pronto será humillada por su arma.
En el tiempo que toma pasar el aire de la boca al estómago, la ciudad cambia: ahora es un lugar denso, casi mudo, sólo humo, el aire contenido y una paloma pesada volando a tres metros de su brazo extendido.
Todo de un tirón. Apagué la luz. Di vueltas. Pensé en una fuga, en la llave del gas, si hay pérdida de gas, en gente que muere por el gas. En la almohada, me dijeron que las almohadas tienen ácaros. En el balcón, si entra alguien, si trepa alguien. Pensé en la libreta, en la birome. Si quedó en la cama y se me clava, acostada dormida y me lastima.
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