viernes, 2 de febrero de 2007

Apódame

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Es extraño. Ahora que me voy del barrio, después de casi un año y medio de frecuentar el kiosco de la Sra. Olga (que nunca mostró un solo signo de simpatía, cosa que hizo que me caiga cada vez mejor), ella decidió hablarme. Le comenté que me mudaba y me dijo: “Te vamos a extrañar, la chica del Lucky 10”. Tengo una engañapichanga conmigo; comprar de a 10, me da la sensación de que fumo menos, independientemente de cuantas cajas compre.
Ahí caí en la cuenta de que el barrio me tenía apodada.

Recordé entonces Blockbuster, y mi apodo adquirido en él: “La chica de Sex and the city”. Hace más de un año que alquilo repetidas veces todas las temporadas.
"Sarah Bernard", difundido por mis progenitores, dado mis dotes dramáticos e histriónicos.
“Dumbo” en Caracas, Venezuela, por mis orejas actualmente operadas a los 10 años, por decisión de mi madre, mía y consecuencia de la llegada al nuevo país, Argentina. Había que despojarse de ese apodo, a pesar de que Dumbo es un personaje que siempre me cayó bien.
"Plana", es invención de mi hermano, en la época en que aún no me habían salido las tetas (después tuve mi revancha).
"Pocahontas" en Argentina, en el último año de la secundaria, cuando usaba el pelo largo. Y supongo que por algún rasgo más que notaban en aquel entonces.
"La flaca", a pesar de que alrededor de Pato, mi ex-vecino de la ex-casa de mis siempre padres, había muchas personas más delgadas que yo.
“Milhouse” fue cuando trabajé como diseñadora en una empresa enorme. Los chicos de la oficina, programadores y administrativos, no entendían el porqué de mis anteojos de marco grueso negro. Supongo que todos los diseñadores pasamos por esa horrible etapa. Ahora tengo unos bue-ní-si-mos.
“Amélie” también supieron llamarme debido al pelo cortito, negro, lacio, con flequillo.
“Berta” me fue adjudicado en la época de docencia en la universidad, cuando llegaba a dar clases con un saco “schleper”, los anteojos a medio caer, y la cartera llena de papas y verduras, porque todavía no sabía organizarme para comprar la comida de mi casa, dar clases y que no me cierre el supermercado. Aún hoy, cuando me encuentro con mis ex-colegas, me saludan por Berta.

Pero hay un apodo que nunca dejé de escuchar, usado por varios (salvo por los que han llegado a conocerme un poco más o padecen el mismo apodo): “Loca”, y sus derivados: “Loquita”, “Loca linda”, “Estás del tomate”, “Mirá Syp, queremos una segunda opinión”, “Borderline”, “Crazy Berta”.

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