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Esa vez llamé al portero. Me había ido a vivir sola por primera vez. Apenas tenía muebles, pero por suerte las cajas aún cerradas hacían de suplentes para la hora del café, de los cereales, del jugo de naranja. Las sábanas se desparramaban por sobre la cama, en grietas arrugadas, como terreno árido. Hice lifting de mi cama, estirando perfectamente el cubrecamas. Entre el vaivén del acomodo, percibí un zzzzzz. Qué asco pensé, y lo ví. Un moscardón enorme sobrevolando mi dos ambientes. Qué bicho espantoso. Realmente le tengo pánico a los insectos, a la mayoría de ellos. Son seres horripilantes, pequeños, movedizos, asquerosos, traicioneros, y lo que es peor, me están mirando siempre: desde las baldosas las cucarachas al caminar, desde un colgajo las arañas, desde el jardín de mi amiga, una serie de bichos innombrables, de los cuales desconozco su nombre, su forma, su proceder.
Así que cuando esa tarde de recién mudada, de mirar por la ventana del piso trece el fin de la ciudad, se metió ese bicho a mi departamento, el estómago y un fuerte escalofrío me echaron corriendo a la planta baja. No tuve la menor duda en huir. Me escapé agitada y le pedí a Pedro que por favor venga a sacarme el bicho que se me había metido adentro. Porque lo tenía adentro, adentro zumbando, adentro en los brazos paralizados, adentro en el ritmo cardíaco. Pedro subió conmigo por el ascensor haciéndome preguntas sobre el bicho en cuestión.
Como siempre, otro hecho vergonzoso para mi, y victorioso para el intruso, no había bicho que espantar. El muy hijo de puta se había escondido quien sabe donde. Pedro por supuesto pensó que yo era una doblemente pelotuda, y se fue. Pero de boluda nada, porque yo sabía perfectamente que el bichaco estaba echado, agazapado, en silencio, esperándome. Y así fue, cerré la puerta despidiéndome de Pedro, y en breve se encendió nuevamente el zzzzzzzzzz. No me quedó otra la verdad, ya que no podía volver a pedirle ayuda al portero por mantener algo de mi dignidad, qué perseguir al bicho con una toalla, tratando de acertarle y derribarlo al piso. No logré derribarlo, digamos, por no faltar a la verdad. Más bien, de un empujón, quedó medio bobo, y se metió sin querer en la bolsa de Coto que tenía colgada de la ventana. Rápida yo, solté la bolsa de la manija lanzándola por el aire hacia afuera. La bolsa se fue volando comandada por la moscarda que había quedado adentro de ella.
De los siguientes encuentros que tuve con éstas entidades, se encargó muy bien mi ex cuando vivíamos juntos.
Claro que, ahora vuelta a vivir sola, las cosas volvieron a cambiar. Es así, la vida nos da sorpresas, y claramente ésta no era graciosa. Tremenda y mutante araña irrumpió en mi cita con Clint Eastwood haciendo de detective, paseándose por la pared de mi casa. Ésta vez no podía llamar al portero Francisco siendo las 3 AM, y si me hubiese decidido por ir en busca del guardia, si es que no estaba durmiendo, la araña puta (porque ésta araña era mujer, fácilmente reconocible por sus paticas flacas y largas, por su actitud silenciosa y vacilante, por su porte anoréxico, por sus planes rumiantes, no así el moscón, que, como macho que era, zumbaba estruendosamente, con prepotencia y torpeza) seguro que aprovecharía el interín para esconderse, y entonces yo, habría terminado durmiendo con el enemigo. Tampoco era adecuado llamar a mis exnovios, amigos, analista, profesor de dibujo, padre, hermano, ni a ninguno de mis otros héroes. No. Esto era entre ella y yo. Así es que tuve que arreglármelas sola. Entré en una danza de pasos cortos, resbaladizos, yendo y viniendo, con el zapato de taco marrón en la mano, dudando si pegar el estampido o volverme corriendo hacia la puerta del departamento. Pensé en Raid, pero no tenía idea de donde lo había puesto cuando me mudé. Sentía que la araña asquerosa me oía respirar, que me estaba midiendo, decidiendo para dónde disparar, o peor, debatiéndose si me iba a atacar la cara o no. Tac!. La embestí con la suela del zapato. Una forma cónica semihundida quedó marcada en mi pared.
Culpa. ¿Y si en el fondo era un bicho bueno?. ¿Y si tenía planes, amores, hijos, en fin, una vida por vivir?. ¿Y si estaba de paso por casa y no pensaba en atacarme?.
Bueno, es así, o ellos, o yo. Algo como lo que le pasa a Clint Eastwood en su personaje de Harry Callahan, cuando dice “Make my day”, pero con culpa judía.
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9 comentarios:
hola!!
yo soy brasileña, pero hablo español...
visita a mi blog, si??
tu blog es muy bello!!!
besos
Insect transit gloria
...mundi
Se me ocurren cantidad de comentarios, pero el que me queda ahora es: si el mosco ese podía volar con una bolsa de Coto a cuestas, tenías razón en tenerle miedo.
Si hubieras pedido ayuda, habría tenido que ser la adecuada.
Yo, por ejemplo, ni loco.
Por otro lado, ahora me dan ganas de ponerle correa y tener una mascota inusual...
Por favor te pido que no grites mientras me armo de valor y mato a una cucaracha.
la amiga con jardin.
Muy bueno, me reí mucho.
Hace unos días, estaba mirando la tele, de noche, cuando vi una mancha negra en la pared. Prendí la luz y era una araña gigante, no exagero: era como una mano. Me dio mucha pena matarla, así que corrí la cama hacia el medio de mi cuarto, esperando que eso evitara que se me subiera a la cara; así dormí, muy pero muy mal, sabiéndola dando vueltas por ahí. Al día siguiente, todavía estaba en la pared; la capturé con una lata y la llevé afuera.
Como decían de las vacas en algún capítulo de Los Simpsons: si ellas pudieran, nos matarían a nosotros (!). Así que no se deje llevar por la culpa...
Bien.
Cinderella: hola, gracias. Intenté entrar a tu blog, pero el link no conduce a tu blog...
R101: querido amigo, ¿cuándo vas a cambiarte ese seudónimo?.
Rog: siempre es bueno saber a quién NO llamar. En un momento dudé, y pensé que le querías poner una correa a mi analista o a Clint...
Estuveleyendo un post tuyo que describe un orgasmo masculino, me pareció muy bueno.
La otra: yo no grito si vos no te pones jodidita y no volvés a mantener ese nivel de suspenso y me avisás antes que el bicho estaba justo detrás mío...
Rob: Queda claro que sos una persona mucho más sensible y valiente que yo...
Nadie: ¿Quién lo dijo? ¿Bart, Lisa?. Mierda!, las vacas son uno de mis animales predilectos...
S y P: lo de ponerle una correa a clint salió de vos, hacete cargo.
Lo de ponérsela al analista... cada uno hace la transferencia que le toca, supongo...
Gracias por leer, y que bueno que te haya gustado. Cuando te animes o te den ganas de dejar comentario, para mi es la parte más copada del asunto blog.
Beso.
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